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Taberna Riojana especializada en tapas y pinchos.

Whisky DYC

Whisky DYC

Como casi todos los éxitos empresariales, la historia del whisky DYC arrancó con una casualidad. Fue en 1929 cuando a Nicomedes García, hijo que un modesto vinatero, le rechazaron una partida de cien barriles de cerveza por habérsele estropeado. En lugar de tirarla la destiló y envejeció en barricas de roble. «A los tres años salió un licor bastante bueno, que se parecía al whisky, aunque no tenía tanto sabor a chinches. Total, que me tiré toda la guerra bebiendo whisky, y como cada día estaba mejor, volvió a mí el interés por fabricarlo», declaraba hace unos años este empresario polifacético que falleció en 1989 y que está considerado uno de los segovianos más ilustres, el principal desde el punto de vista empresarial.

Sin embargo, en España no se podía fabricar whisky. De hecho, estaba prohibido destilar alcohol de cereales. Además, el este licor, procedente de importaciones, se consideraba un artículo de lujo. En aquel tiempo estaba muy reciente la época del racionamiento y la palabra contrabando se pronunciaba muy a menudo en la España de la posguerra. Entonces había escasez de alimentos pero el país era excedentario en producción de vino.
Por ello, Nicomedes García se enfrentaba a la ley, pero fruto de sus buenos contactos en su condición de presidente de la Cámara de Comercio de Segovia, utilizó como argumento que entonces se importaban 50.000 cajas anuales de whisky legalmente, más otra cantidad similar, de contrabando; con estos datos consiguió que se modificara la normativa para evitar que se pudieran evadir capitales españoles al extranjero. Así consiguió su objetivo.
Luego realizó varios viajes a Escocia para conocer a fondo la forma en que se elaboraba el licor. Él ya tenía importantes nociones porque había puesto en marcha la fábrica de Anís La Castellana, aún hoy en funcionamiento. Con esta bebida no había problema porque se elabora con aguardientes.

Con otros 13 socios fundó la empresa Destilerías y Crianza del whisky (DYC) en la que tenía el 37%de las acciones. En la sociedad participó también el Marqués del Arco, hombre clave ya que fue quien aportó el molino que lleva su nombre, un edificio que se utilizaba hasta entonces como fábrica de harinas y antes de papel, utilizando como fuerza motriz las aguas del río Eresma.

Fuente: La Crónica de León

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